Hace tiempo que pensaba en escribir, no porque quisiera rellenar el blog (que está abandonado), sino porque últimamente me vienen a la cabeza muchas cosas que me gustaría plasmar por aquí (eso sí, siempre se me ocurren por la noche, como de costumbre...).

"El resplandor de esa cálida fogata se reflejaba en sus ojos, unos ojos brillantes y llenos de color que parecían gritar en silencio. Ambos temblaban, de frío y de nervios, eran como plumas balanceándose de un lado a otro. Ella sentía la boca seca, quería agua, pero no se atrevía a moverse por miedo a despertar su interés y sentirse observada una vez más. Él deseaba coger su mano, pero temía que, como siempre, se avergonzara y le rechazara. Eran tal para cual. De pronto, el sonido de las olas rompiendo contra las rocas les hizo volver al mundo real y, contemplando juntos el cielo lleno de estrellas, tuvieron el suficiente coraje para llevar a cabo sus planes: ella se levantó a por agua y él le cogió la mano. Todo hubiese sido perfecto...de no ser porque ella, al cogerle la mano, desistió de su propósito y él, al ver que se levantaba, retiró la mano, cabizbajo. 

La noche siguió, como sigue cuando el mundo se torna gris, como sigue cuando alguien fallece, como cuando alguien nace, tiene una pesadilla, duerme, baila o sueña. La noche siguió y la fogata también siguió reflejándose en sus ojos sin que nadie lo apreciara. El tiempo corrió y sus almas se separaron al son del segundero. Las olas siguieron rompiendo contra las rocas, igual que se rompían sus corazones contra sus pechos. 

"Maldita seas, 'Mundo'", murmuraron ambos y se dieron cuenta de que el problema no era la noche, ni la fogata, ni el tiempo, ni las olas, sino sus corazones, que no atendían a razones."