A veces incluso me siento incómoda al pensarlo. Me sabe mal estar todos los días, a todas horas, durante trescientos sesenta y cinco días pensando en lo mismo. Tal vez soy idiota. Sí, seguramente sea eso. No soy capaz de pensar en otra cosa, y eso que tengo muchas por pensar. Puedo pensar en los estudios, en qué comeré mañana, en que tengo que ir a comprar, poner la lavadora, hacerme de comer, limpiar, ir a clase, estudiar, relajarme, tomarme una cerveza, pasar tiempo con las amigas... Sí, puedo pensar en muchas cosas.
Es irónico que me nuble la mirada otra mirada, que no me deje ver más allá de mis narices, que me tenga absorta en dudas, en seguridad, en ternura, en amor, en... en todo.
Ocupa el cien por cien de mi pensamiento diario y, por mucho que quiera, no puedo hacer nada, no puedo huir. No me deja pensar con claridad; bueno, sí en eso solamente.
Algún día voy a perder la cabeza... si no la he perdido ya. Algunos dicen que sí, otros dicen que no tanto, aunque lo cierto es que todos llegan a la misma conclusión.
Me gustaría ser como él. No pensar tanto y mucho menos en mí. Me gustaría que parte de mis pensamientos estuvieran encaminados a otras cosas más trascendentales... aunque, ¿quién dice qué es trascendental y qué no? Para cada uno son cosas diferentes.
Ahora mismo, a estas horas de la noche y con exámenes finales por delante y parciales donde me juego el curso, sólo sé una cosa: he bebido -no te tus labios precisamente-, he fumado -no el aire que respiramos los dos juntos-, he reído -no contigo-, pero he querido -y sí, ha sido a ti.
Mi pensamiento continuo eres tú. Sólo se hablar de ti, de lo mucho que me quieres, de lo mucho que te quiero, de lo mucho que nos queremos, de lo sola que me siento, de lo solo que te sientes, de lo solos que nos sentimos, de los abrazos que no nos damos, de los besos que se esfuman entre la cámara web y nosotros, de los "te quiero" que quedan registrados en las notas de voz y de los "buenos días" y "buenas noches" que dominan nuestro Whatsapp.

No puedo más y me incomoda sentirme así y que, posiblemente, tú no. Y no porque no lo sientas, sino porque no lo piensas. A veces ni siquiera con empujones captas las indirectas. Un buenos días "princesa" no me molestaría en absoluto. Un testamento al acostarme sobre lo mucho que me quieres no me sentaría nada mal. Y yo... y yo sí me siento mal. Aunque solo cuando bebo, fumo y me río y no es contigo.

Creo que en realidad lo que quería decir con todo esto es que me haces falta. Que está muy dicho, es verdad, pero repetirlo no está de más. Sí, es eso: te echo de menos.