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"Every little action has a reaction"



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En este espacio tan pequeño resumiré mis enormes dudas, mis mayores sentimientos y mis insignificantes pensamientos.


Satisfy my soul

"Mi padre se pasaba día y noche en su despacho, escribiendo textos que jamás lograba entender"


Creer es crear




Merece la pena leerlo.


¿Quieres jugar a … conmigo? 
  
Con esta frase empezábamos los días. Sí, hace ya años. Se nos va la juventud así como se nos va el tiempo, el dinero, la belleza... Todos tenemos nuestro tiempo, nuestros años, en los que parece que el tiempo no pasa, los días se hacen pesados y no vemos el final. Como eso, también tenemos nuestro tiempo en el que el tiempo corre deprisa, en el que se nos pasa volando y en los que no queremos que acabe nunca. Ahora mismo pensarás, si lees esto, que tú no tienes esos tipos de años pero te puedo asegurar que sí. ¿Recuerdas cuando salías por primera vez con tus amigos a jugar a la calle sin más preocupación que la de no llegar tarde a casa? Ese tiempo es de esos en los que el tiempo avanza tan rápido que no te das ni cuenta de lo que lo estás disfrutando en ese momento. ¿Recuerdas cuando tenías una racha en la que todo lo que hacías parecía que lo hacías mal y que no había manera de salir de ese bache? Pues ese tiempo es de aquellos en los que el tiempo parece que no avanza, parece que se estanca y que nunca va a acabar ese momento.  
  
Hace tiempo, no tanto en realidad, a mí me pasaba igual; todo tenía sus pros y sus contras en cuanto al tiempo. ¡Ojalá pudiera volver a aquellos días en los que la preocupación máxima era no llegar tarde a casa! Porque ahora nuestras preocupaciones son la crisis, la sanidad, la educación, la política, la justicia... y todos esos rollos que a los pequeños no les atrae, ¡y menos mal! Si les atrajera, creo, que no veríamos la mitad de veces esa sonrisa en sus caras, esas ganas de comerse el mundo y esos momentos que les dejan sin aliento. Creo que hay temas para todos y al igual que a nosotros, los mayores, no nos deben interesar simpleces como lo son los dibujos animados -que no digo que no se deban mirar de vez en cuando para distraerse un poco de este mundo de locos- a ellos no les deben interesar las noticias, la política y la economía, sino ese sí que sería un mundo de locos.  
  
A lo que vamos, aquí venimos a contar la historia de Alicia, la chica que poco a poco se dio cuenta del mundo en el que realmente vivimos. 



Alicia era una chica alta, delgada, rubia y con los ojos oscuros como la noche. Siempre, sonreía, siempre estaba alegre, pasara lo que pasara a ella le gustaba pensar que las cosas pasan por alguna razón y que si fue de una determinada forma, por algo fue. Estudiaba Magisterio en la universidad y poco a poco iba adquiriendo una serie de conocimientos que le ayudaban y permitían a descifrar los pequeños rompecabezas del día a día. Se tomaba su tiempo para llegar a comprender del todo aquello que le rodeaba: miraba un árbol y filosofaba sobre él, veía un lago y se preguntaba qué extrañas criaturas microscópicas podían habitarlo, sentía el aire y ponía atención a sus sentidos. ¿Cómo somos capaces de entender lo que entendemos y de sentir lo que sentimos? Esa era la pregunta que cada día se formulaba Alicia y cada día intentaba descifrar, poco a poco, detalles que la pudieran responder. Para ello, Alicia iba tomando apuntes de las cosas extrañas que veía y de las soluciones que le aportaban manuales, imágenes, vídeos, revistas y toda clase de documentos que pudieran servirle para la labor. Dicha labor le duró hasta final de carrera con lo que aprovechó sus apuntes para elaborar el trabajo de fin de grado. 
Acabada la carrera, Alicia acabó trabajando en un colegio y ahí fue cuando, mientras iba formando su propia familia, se iba dando cuenta de que aquellos apuntes que escribió en su día no servían para nada. Y os preguntaréis por qué, pues bien, simplemente porque de la teoría a la práctica hay un largo recorrido que hay que cruzar y porque las cosas que llamaban la atención de Alicia pasaron a ser secundarias por los hechos que la rodeaban en su día a día. Ya no le interesaba qué microorganismos habitaban los lagos, ya no sentía curiosidad por sus sentidos, no le atraían los animales y sus instintos, no, ahora aquello que le rodeaban eran guerras, crisis, desastres naturales, abandonos, muertes... una serie de hechos sociales que le tergiversaban el mundo en el que ella solía vivir.  
A lo largo de su vida pudo ver como el hombre, a pesar de las grandes virtudes que lo componen, tiene otros tantos defectos que superan con creces esas virtudes. ¿Cómo puede una persona que da vida, matar a otra? ¿Cómo puede un ser destruir lo que él mismo construyó? ¿Cómo puede usar la ciencia y la tecnología para avanzar y a la misma vez lo hace retroceder? Son preguntas que Alicia se hacía cada día y que eran imposibles de responder. Ahora ya no le servían los manuales ni las revistas ni nada de lo que había consultado antes. Ahora, Alicia se daba cuenta realmente del mundo en el que vivía.  
A medida que fue creciendo, sus preocupaciones también lo hacían e iban cambiando. Al principio su preocupación era comer, poder sobrevivir. Más tarde, era tener el juguete que quería, que no la dejaran sola. Después era vestir a la moda y tener el novio perfecto. Acabar la carrera, trabajar y formar una familia era su otra prioridad. Y al final su preocupación se convierte en seguir adelante, alimentarse y alimentar a los suyos, darle una buena educación a sus hijos, tener las necesidades básicas cubiertas y otra serie de cosas por el estilo. 
Alicia se había dado cuenta de que todo por lo que ella luchó, por lo que se interesó, no había servido de nada en un mundo en el que la primordial preocupación era el dinero, el dinero y el dinero. Con él llegaban desastres como las guerras y las crisis que dejaban a millones de víctimas las preocupaciones de los cuales se reducían a sobrevivir.  
Así, poco a poco, todos nos vamos dando cuenta de que los esfuerzos que hacemos son en vano, pero si las nuevas generaciones pensaran como en un principio pensó Alicia, puedo decir que estas situaciones se acabarían y que nuestras preocupaciones podrían llegar a ser la clase de microorganismos que viven en los lagos y los sentidos que se nos activan al soplar el viento.