A veces querría decir todo lo que pienso pero eso conlleva a decir todo lo que siento y no. No es que no lo quiera decir, es que se me hace muy, pero que muy difícil. A veces parece que lo tengo todo a mi favor, que soy feliz, que estoy contenta que no tengo más preocupaciones que 'qué me pongo', 'mañana hay examen', 'tengo que ir a comprar'... mi mente va más allá, constantemente va machacándome, se propone hacer que los pensamientos más amargos se me estanquen en la cabeza y no logre sacarlos tan fácilmente. Sí, es cierto, a veces los he sacado pero tienen complejo de boomerang y vuelven, más o menos tiempo pero vuelven. Doy una imagen, tengo una apariencia pero sólo soy así en 50%. Parezco fuerte, que nada me importa pero soy débil, me cuesta darme cuenta pero a la mínima me derrumbo, a la mínima caigo en las telarañas de la tristeza, a la mínima me pongo a llorar... No estoy segura de lo que quiero ni de lo que hago ni lo que tengo. Sufro, como todo el mundo, aunque intento no darle importancia (sé que la tiene). Aprendí a ir con una sonrisa en la cara pero ¿resuelve algo? Al final decidí hablar con las personas que me demostraron que les importaba, decidí contarle mis penas, mis alegrías, mis paranoias, mis risas, mis motivos para seguir, los que tuve para abandonar... Sólo hay unos cuantos. Sí, sólo son dos o tres personas las que realmente merecen que les cuente todo aquello que ata mi mente, que la rodea.

A veces querría callar, no ser más que aire susurrándole al oído, no ser más que un rayo de sol acariciando su espalda, no ser más que una gota de lluvia cayendo por su cara...