//MoonShine

Siempre, es el tiempo que nos queda.

Tenía los ojos más verdes que jamás había visto, tenía los labios más dulces que nunca había probado y, además, me sacaba la más grande de mis sonrisas.
Para él no era difícil, sabía qué clase de hechizos debía conjurar para sacármelas. Ponía las manos sobre mis ojos, respiraba enfrente de mí con sus labios junto a los míos y cuando me disponía a besarle me quitaba las manos de encima, se alejaba y, con una sonrisa pícara en la cara, me tentaba a seguirlo y conseguir mi objetivo.
Él. Él era todo lo que necesitaba en mi vida, era él quien me comprendía en mis días de nostalgia, en los días que no sabes por qué pero estás triste, sabía hacerme sonreír, jugaba conmigo, éramos dos niños que lo querían todo... Y aún lo somos, seguimos haciéndonos sonreír el uno al otro, seguimos jugando como críos, seguimos comprendiéndonos mutuamente y ,sobretodo, seguimos queriéndonos como el primer día, incluso puede que más.